miércoles, 19 de noviembre de 2008

Un otoño del 96 (I)

El sol del otoño, perezoso, había empatizado con su mañana. Eran casi las nueve y tenía sueño y ganas de jugar a la consola. Como siempre a esa edad. Los primeros días de clase me gustaban porque los profesores solían dar clases muy relajadas: supongo que a ellos también les costaba empezar.
En segundo de BUP, hace dos años que no das Literatura y, lo normal, es que te dé pereza.
A mí no. Suena pretencioso pero, a pesar de que ese año la suspendí, también me gustó.
La profesora entró por la puerta sonriente. Llevaba unas fotocopias y un «radiocasset». Era gordita, pelirroja de bote (que no de alma) y poseía la mirada de una niña que acaba de descubrir de manera traumática que los reyes son los padres.

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