martes, 18 de noviembre de 2008

Quiero ser shinigami (Dios de la muerte)

Oh Señor, Máscara de Carne y Hueso, toda creación, batir de alas, aquellos que llevan el nombre de hombre, verdad y temperamento. A través de este muro sin destino de sueños desatados pero con la leve ira de tus garras.

En Japón, a los individuos de rasgos asiáticos, pero con un color de pelo que no sea moreno, en muchas ocasiones se les trata con desprecio y se les llama desteñidos (en inglés bleach). Éste es el caso de Íchigo, huérfano de madre que, a parte de tener que haber soportado las vejaciones de sus compañeros, de cuidar de sus dos hermanas pequeñas y de aguantar los infantilismos de su padre, debe limpiar de hollows (una especie de demonios devoradores de almas) su pueblo: él es un shinigami sutituto. Ésta es la premisa de uno de los mangas más maduros de los últimos años.

Bleach es simbólica y realista; obscura y optimista. No os la perdáis.

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